martes, 23 de junio de 2015

CAMBIO, EMPRESA Y COACHING

Estamos viviendo nuevos tiempos. Lo que fueron movimientos sociales reactivos a los planteamientos establecidos, de distinto calado e ideología, de mayor o menor relevancia, han fraguado en el interior de la sociedad y se manifiestan en la elección de políticos alternativos a las ideologías existentes, que generan expectación e ilusión en una gran parte de la sociedad. Este hecho refleja formas de pensar, de sentir y de comportarse, completamente distintas a las que estábamos acostumbrados y abren nuevas perspectivas filosóficas y planteamientos alternativos respecto a la convivencia, a la generación de hábitos, al ocio, etc. etc.

Esta evolución de las tendencias sociales tiene su correlato en la forma de vivir de las personas, que empiezan a observar el mundo desde nuevas perspectivas y a valorar aspectos distintos a los tradicionales.

Las empresas no podemos permanecer ajenas a esta nueva realidad, dado que somos partícipes y nos vemos afectadas por todos estos cambios, y al mismo tiempo, generadoras de los mismos en la medida en que nuestras decisiones afectan al ambiente social y lo modifican. Esta nueva perspectiva se manifiesta también en las decisiones de las personas a la hora de elegir los productos que consumen, las empresas para las que trabajan, las instituciones a las que se dirigen, etc. Y esto me hace cuestionarme si nos estamos preparando suficientemente para desenvolvernos, adaptarnos y contribuir a este mercado cambiante, con paradigmas de decisión evolucionados respecto a lo que era habitual hasta ahora.

 Las empresas no son una realidad diferente de la social, en ellas trabajamos personas que pertenecemos al sistema y que experimentamos, generamos y nos adherimos a los nuevos planteamientos. El reto sería conseguir la apertura y aportación de nuestros colaboradores, dando espacio a nuevas ideas, a nuevas formas de pensar y de sentir, que podrían traducirse en productos o servicios adaptados a las realidades emergentes que están apareciendo. Un paso importante en este aspecto es entender a las personas que trabajan con nosotros, no sólo como aportadores de trabajo como ha sido tradicionalmente, sino también de inspiración, de información de lo que respiran en los ámbitos en los que se mueven, con la gente que les rodea. Se trata de dar espacio a que aparezca la persona con sus inquietudes, con sus visiones, con sus planteamientos; y aprender a escuchar, y aprender del escuchar.

Esto será posible siempre que nuestros colaboradores sientan la confianza de poder expresar, de que sus opiniones son recibidas con interés y se tienen en cuenta de alguna forma, de que están contribuyendo realmente al desarrollo y crecimiento de la Empresa para la que trabajan. Por eso requiere grandes dosis de autoestima y seguridad personal, que es la cualidad básica para que alguien se desenvuelva con facilidad en la incertidumbre, en la creación y generación de lo que está por venir, porque será el resultado de la construcción que entre todos estamos haciendo.

Esta necesidad aparece a todos los niveles de la Organización, se requiere confianza para aportar y para dirigir, para expresar y para gestionar la inspiración. Desde el coaching social trabajamos en esta perspectiva, para que las personas aprendan a abrir posibilidades, a salir de los límites de lo establecido, a saber que nuestra vida y el mundo que nos rodea puede evolucionar hacia infinitas posibilidades y nosotros somos los inspiradores, los creadores de lo que va a ocurrir, somos los constructores del futuro en el que vamos a vivir. Si somos conscientes de que los tiempos están cambiando y de que las personas somos las creadoras de estos cambios, vamos a dotar a nuestros equipos de los recursos que necesitan para generar los movimientos necesarios que nos conduzcan a una mayor adaptación y aportación al entorno emergente en el que empezamos a vivir. Que será clave para la supervivencia de nuestras Empresas y para que nuestros empleados se sientan satisfechos y orgullosos de trabajar en ellas.