viernes, 15 de enero de 2010

AVATAR, Aprendizaje para las Empresas

Se ha estrenado recientemente la película AVATAR, en la que una expedición de hombres viaja al planeta de Pandora para conseguir unobtainium, un metal con enorme capacidad para generar energía, que puede venderse en la Tierra a un precio muy elevado. Los humanos han creado genéticamente unos seres físicamente idénticos a los pobladores del planeta, los Na’vi, controlados mentalmente por personas, desde máquinas ubicada en un laboratorio de investigación dirigido por científicos. De esta forma pretenden conocer a los pobladores y aprender de ellos y de su cultura, aunque el objetivo principal de los altos cargos de la expedición es obtener el preciado metal lo antes posible.

La película provoca una reflexión sobre algunos aspectos relativos a las personas y a las organizaciones a las que pertenecemos. Y la primera pregunta que me planteo está referida al compromiso: ¿Con qué nos comprometemos? El protagonista, un ex marine en silla de ruedas, tiene que optar por ser fiel y obtener información para el equipo de humanos al que pertenece, lo cual será premiado con una operación quirúrgica para recuperar la movilidad de sus piernas, o ser fiel a sus convicciones y creencias y luchar a favor del grupo de los na’vi, en el que se ha introducido a través de su avatar. La película nos muestra como Jake (que así se llama el ex marine) se identifica, lucha y se compromete con el grupo de nativos del planeta, incluso siendo cuestionado por la máxima autoridad, que le pregunta: ¿Has olvidado para qué equipo juegas?.

¿Ocurre algo similar en nuestras empresas y con nuestros colaboradores? ¿Qué es lo que les mueve al compromiso? Quizá sea aquello que se identifica más con ellos mismos, con su forma de ver y entender el mundo. Las personas nos comprometemos con aquello con lo que nos identificamos, en lo que creemos. Y, siendo esto así, la Empresa, además de ser creíble en su misión, y aportar un servicio a la sociedad en la que opera, tiene que plantearse la posibilidad de dejar espacio para que aparezca la persona que cada uno de sus empleados es y quiere ser, que responde a su integridad y que le hace digno. Cuando nuestra actuación sólo responde al intercambio de trabajo o tiempo por dinero, la persona se ve menoscabada y el compromiso se resiente hasta el punto de llegar a desaparecer, ya que se entenderá saldado con la aportación que cada uno entiende que le corresponde.

El compromiso, la integridad y la dignidad personal son valores muy relacionados y desde ellos se construyen las relaciones de respeto y confianza hacia los demás. Y ese es el segundo aprendizaje importante que aparece en la película: ¿A quién respeto y en quién confío? A los que veo que son capaces de mantener su integridad, sus creencias y sus principios. En el caso de la película se refiere a una forma de vida, al respeto por las tradiciones, por la comunidad y por la naturaleza, que les permite sobrevivir y les acerca a la transcendencia y al fenómeno religioso. En ese caso, y desde ese comportamiento, aún sin tener una especial simpatía ni admiración por alguien en concreto, aparece el respeto y la confianza, dado que la fuerza de lo íntegro es muy poderosa, y desde las convicciones y creencias llevadas a la práctica, es posible arrastrar, y ganarse a los demás.

Y, por último, quiero reseñar como en este entorno de valores, en el que la integridad, el compromiso, el respeto y la confianza hacen su aparición y es el ámbito natural de desenvoltura, se hace posible un coraje sin límites, aparece la máxima manifestación del poder que las personas tenemos en nosotros mismos y que se pone al servicio del colectivo, de la tribu o de la empresa a la que pertenecemos, que se traducirá en dedicación, utilización plena de los recursos, éxito y consecución de objetivos.

Miguel Ángel Velázquez
Director de Centro de Investigación en Valores

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